En primavera, con la floración y la llegada de los pólenes, el aire se carga de sustancias alérgenas, responsables de todos los síntomas típicos: estornudos, picazón en los ojos y la nariz, secreción nasal, conjuntivitis alérgica, asma, y muchos más… Aproximadamente el 25% de la población sería sensible a las alergias estacionales, especialmente la rinitis alérgica asociada al polen, la más frecuente.
La aparición de los síntomas de la alergia es provocada por una cadena de compuestos. En el organismo, el sistema inmunitario está protegido por sus inmunoglobulinas contra las agresiones. En caso de alergia, son nuestros anticuerpos - las IgE - los que se ven afectados. En cuanto un alérgeno atraviesa las primeras barreras de defensa del cuerpo, se multiplican en gran cantidad en la sangre, lo que desencadena la liberación de histamina, molécula de señalización del sistema inmunitario, de la piel, del estómago y del cerebro. Es ella la que responsable de los síntomas alérgicos.
¿Cómo curarla?
A largo plazo o de manera ocasional, se pueden implementar varias soluciones para limitar los síntomas de las alergias estacionales, a veces discapacitantes.
Entre todos los remedios seguramente prescritos por su médico (inmunoterapia, colirio, homeopatía, aceites esenciales…), los antihistamínicos son los más indicados para reducir los signos alérgicos, o los corticoides si estos son demasiado intensos. A largo plazo, se puede implementar una desensibilización, que consiste en introducir el alérgeno en pequeña cantidad y diariamente durante varios años para educar, de alguna manera, al sistema inmunitario y hacerlo tolerante.
¿Y la alimentación en todo esto?
Ajustar su alimentación desde el otoño para preparar su cuerpo para la llegada de los alérgenos es, sin embargo, una de las mejores soluciones para mimar tu sistema digestivo, aquí es donde reside el 70% de nuestro sistema inmunitario. Es esencial cuidar la pared intestinal, las mucosas digestivas y el microbioma, para que el intestino pueda cumplir correctamente sus funciones: absorber los nutrientes, actuar como barrera contra los agentes patógenos y generar sustancias beneficiosas. El apoyo al hígado en los meses previos a la aparición de alergias también es muy importante.
Los productos ultraprocesados, el azúcar o los cereales refinados son alimentos irritantes y proinflamatorios que pueden dañar la integridad de la pared intestinal, saturar el hígado y facilitar la acumulación de toxinas, por lo que se aconseja reducirlos para limitar la aparición de signos alérgicos favoreciendo el consumo de alimentos ricos en nutrientes antioxidantes y antiinflamatorios.
La vitamina C
La vitamina C es un antioxidante especialmente reconocido por sus múltiples beneficios: refuerzo del sistema inmunitario, reducción de la fatiga, mejora de las funciones cognitivas, etc. Su actividad sobre los trastornos alérgicos ha demostrado que ayuda a la disminución de los síntomas, especialmente en el goteo nasal, los estornudos y el picor, pero sobre todo en el refuerzo del sistema inmunitario disminuyendo las células responsables de la inflamación.
Se encuentra sobre todo en frutas y verduras coloridas (pimiento rojo, acerola, kiwi, cítricos…), se aconseja consumirlas todos los días: es el famoso “5 frutas y verduras al día”.
La quercetina
Muy presente en los alimentos, este compuesto es uno de los flavonoides más estudiados. Se considera un antihistamínico natural gracias a sus propiedades antioxidantes y anti-alérgicas que estimulan el sistema inmunitario.
Se encuentra principalmente en cebollas, brócoli y también en la manzana. Se recomienda consumirlos al menos una vez al día, ya sean crudos o cocidos, para minimizar los signos alérgicos. Combinados con la vitamina C, su acción sobre la alergia se refuerza.
La vitamina E
Ella reduciría eficazmente los síntomas nasales y oculares mientras protege la mucosa nasal y restaura una hidratación normal. Sus propiedades antiinflamatorias mejorarán, en general, los signos alérgicos.
Puede consumirlos a través de aceites vegetales y productos de origen animal como huevos o leche.
El té verde
El té está compuesto principalmente por polifenoles, moléculas con múltiples virtudes. Gracias especialmente a la epigalocatequina, el té actúa como tratamiento contra los primeros signos alérgicos (secreción nasal, irritación…) ayudando a disminuir las células inflamatorias.
La espirulina
Esta alga es la fuente nutricional más rica y completa de la naturaleza. Compuesta por súper antioxidantes y vitaminas, presenta numerosas funciones terapéuticas, especialmente anti-alérgicas al ayudar al refuerzo de las defensas naturales del organismo y aumentar su resistencia.
Otros alimentos siguen siendo interesantes por su papel en la inmunidad, como los alimentos fermentados, por ejemplo, que nutren el microbioma intestinal o las especias (cúrcuma, jengibre…) gracias a su poder antioxidante y antiinflamatorio que ayudan a mejorar la digestión y por lo tanto la inmunidad.
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